Diez miradas, diez perspectivas, diez lecturas de una tarde en el centro de la ciudad

Fecha de Publicación
Mayo 03 de 2024
Categorías:
Comunicación Social
Etiquetas:
Nos Cuentan
Diez miradas, diez perspectivas, diez lecturas de una tarde en el centro de la ciudad

Imagen: Don Silvino Ramírez, creador del periódico mural La Linterna, que desde hace 21 años hace parte de los medios de información populares de la ciudad, en conversación con los estudiantes.

En el área de Gramática y Argumentación también leemos nuestro entorno. Estudiantes de segundo semestre de Comunicación Social escribieron acerca de su primera ‘lectura’ del centro de Tunja: un recorrido por la Plaza de Bolívar para aplicar los tres niveles de lectura sobre este espacio. Conocimos personajes icónicos, observamos algunas problemáticas y nos detuvimos a contemplar los transeúntes, las palomas y algunos espacios que antes no habíamos detallado. Aquí diez miradas, diez perspectivas, diez lecturas de una tarde en el centro de la ciudad. Tres niveles de lectura aplicados al espacio: otra manera de detonar la escritura en la clase de Gramática y Argumentación.

 

Las simples cosas


Por Mariana Fajardo Pinzón.

¿Se ha permitido detenerse por un momento en la Plaza de Bolívar? Quizás sí, pero, ¿ha apagado el piloto automático de su consciencia? Permítame puntualizar las preguntas: ¿Se ha fijado en los detalles? ¿De qué edad son las personas que la transitan? ¿Llevan prisa? ¿Caminan con calma? ¿Ven con asombro a las palomas? ¿Pasan por entre ellas inadvertidos? En lugares así de concurridos, confluyen miles de historias, realidades y fenómenos que rara vez analizamos. Yo me detuve, ¿sabe qué vi? Nada. Gente. Palomas. Edificaciones. Nada. El ejercicio requiere tiempo y paciencia. Si considera ser incapaz de cumplir con estos dos factores, apague y vámonos. Particularmente, en mi caso, me frustré. Sentí que sentarme a ver la vida pasar no revelaba hechos extraordinarios, aunque claro, dicha denominación es cuestión de perspectiva, son modos de apreciar; ahí está la clave: explorar formas diversas de observar el entorno ante la carencia de asombro propio, ¿cómo? Conversando con otros. El diálogo con nuestros pares es la ventana a descubrir concepciones del mundo que pueden alejarse de la propia, pero, tal factor enriquece la experiencia. ¿Sabe qué? en este país tan dividido, generar el espacio para que hablemos sobre aquello que nos segrega, podría construir una sociedad más tolerante y empática al concederse la oportunidad de escuchar y reevaluar su visión de algo. Retomando, producto del diálogo con un compañero, logré cambiar el chip e interesarme en una escena, hasta el momento irrelevante: en el lugar convergen numerosos señores de la tercera edad, ¿qué hacen? ¿Por qué están allí?

En ocasiones, pienso que dar consejos y no aplicarlos a nivel personal, es una característica bastante humana; no obstante, atendiendo al llamado del cambio, me arriesgué a abordar a estos sujetos que me causaron intriga. En este escrito, ellos no tendrán nombre, rostro ni figura: el único factor que los une es su similitud de edades. Es competencia del lector construir la imagen de quienes tienen algo por contar. Estas maduras voces mencionan aspectos en común, el más llamativo es que, ante la presencia de tiempo libre, eligen trasladarse a la plaza con la intención de ver si se encuentran con algún amigo o conocido para “charlar y tomarse un tintico”. Es indiscutible la búsqueda de compañía y esparcimiento, aunque también apuntaban a que el espacio se presta para establecer conexiones laborales; personas que demandan sus servicios saben que lo más probable es encontrarlos ahí. La escena planteada sugiere una evidente diferencia generacional, pero, al mismo tiempo, un paralelismo. Mientras la Plaza de Bolívar y el Pasaje de Vargas son los sitios predilectos de caballeros con largo recorrido por la vida; bares, andenes específicos o ciertos parques, son los destinos por los que se inclina la juventud. Las razones que dirigen a ambos grupos a tales áreas, son las mismas, solo que se presentan de maneras diferentes. Llegar a las conclusiones propuestas no hubiese sido posible de no haberme detenido. El tiempo transcurre vertiginosamente; nos acostumbramos tanto a su ritmo que perdemos la curiosidad y el asombro. Todo nos parece tan normal, que tomarse una pausa para leer el entorno, aparenta ser un ejercicio vacuo. Mi propuesta es clara: si usted no se detiene, jamás descubrirá y entenderá por qué las cosas son como son y funcionan como funcionan.

 

 

Un recorrido por el centro histórico de Tunja 

 

                                                          Por Sara Manuela Duarte Forero.

Pasar por la Plaza de Bolívar, en el centro histórico de la ciudad de Tunja, el corazón de este lindo departamento, es un encuentro de emociones y sentimientos para miles de personas. Una iglesia hermosa y cuatro esquinas la conforman y por qué dejar a un lado su maravillosa infraestructura, sus edificaciones culturales de riqueza antigua, que hacen de esta, una plaza auténtica y única, que refleja su cultura, presente también en las personas que la transitan. En la Plaza de Bolívar de Tunja podemos encontrar personas trabajadoras, personas vestidas de paño, personas comunes; niños y niñas persiguiendo palomas, jóvenes con un fin en específico, pero, ¿cuál es ese fin? Siendo esta “la cuidad de los tesoros escondidos”, ¿será que la gente también esconde sus pensamientos? 

En la opinión de Juliana, una joven comerciante, los vendedores ambulantes están ahí por un medio de supervivencia, pero invaden el espacio público aumentando así la inseguridad, “pienso que deberían tener un lugar en específico para laborar”, afirma; mientras que Sara Videz, estudiante de esta “ciudad universitaria”, nos cuenta al respecto que “son personas que tratan de salir adelante, aunque sí deberían tener un lugar para ellos, en donde los podamos encontrar”.

El trabajo es el principal objetivo de todas estas personas. Y cómo no, si se trata de una parte esencial en su vida, por la contribución económica que representa. La mayoría de vendedores informales, concentrados en el centro de la ciudad, han trabajado dedicadamente durante muchos años, con sol o con lluvia, para lograr sobrevivir; como nos lo afirma la señora Dolly: “yo trabajo aquí hace 20 años”. Y así como ella, existen varios comerciantes que trabajan para sus familias. ¿Familias? Familias, amigos, conversaciones, saludos, es todo o mucho lo que podemos observar en este centro histórico, gente viviendo su vida, unos felices, otros simplemente intentando sobrevivir.

 

 

Reflexiones desde la Plaza de Bolívar de Tunja, Boyacá

 

Por Jesús Osorio.

En medio del bullicio y la efervescencia cotidiana de la Plaza de Bolívar de Tunja, Boyacá, se despliega un universo vibrante de actividades y vivencias que merecen ser analizadas con detenimiento. 

Al adentrarnos en la plaza, nos encontramos con un mosaico humano diverso, donde cada individuo lleva consigo sus propias historias, preocupaciones y alegrías. Entre el trasiego de personas, se destacan los vendedores ambulantes, cuya presencia añade un matiz de color y dinamismo al paisaje urbano. Sin embargo, este fenómeno también plantea interrogantes sobre la regulación del espacio público y la convivencia ciudadana.

Conscientes de la importancia de observar y reflexionar sobre nuestro entorno, nos adentramos en el análisis de los distintos aspectos que configuran la vida en la plaza. Desde la majestuosidad de la Catedral Basílica Metropolitana Santiago de Tunja, hasta la cotidianidad de los transeúntes que buscan refugio bajo la sombra en el entorno que acompaña este lugar emblemático.

En este contexto, tuve la oportunidad de entrevistar a Olga, una vendedora ambulante que lleva más de una década vendiendo sus productos en la plaza. Con una sonrisa cálida, nos compartió su experiencia como emprendedora informal y las dificultades que enfrenta a diario para subsistir en un entorno marcado por la incertidumbre y la competencia. "Es difícil", me confesó, mientras acomodaba sus mercancías; "pero aquí es donde puedo ganarme la vida y mantener a mi familia. La plaza es como mi segundo hogar". Las palabras de esta mujer invitan a reflexionar sobre la realidad de aquellos que, a pesar de las adversidades, encuentran en la plaza un espacio de oportunidades y resistencia. Su testimonio nos recuerda la importancia de abordar las problemáticas sociales desde una perspectiva humana y empática, reconociendo la dignidad y el valor de cada persona que transita por estos espacios públicos.

 

 

Plaza de Bolívar: Una voz escondida pero importante

 

Por Ana María González

La Plaza de Bolívar, situada en el centro de la capital boyacense, es un lugar histórico que siempre está lleno a cualquier hora del día. Estando ahí, pude detallar que en el centro de este espacio hay una estatua del gran Simón Bolívar, montado en su caballo, y a su alrededor hay algunas edificaciones viejas, de la época de la independencia, acompañadas de un tejado viejo y en donde su color se ha perdido a medida que van pasando los años; pero también algunas nuevas como el edificio de la Alcaldía de Tunja.

En cuanto a personas, se encuentra una gran mayoría de la tercera edad. Ellos habitan la Plaza desde muy temprano, se acercan a leer el periódico “La Linterna”, o van a tomarse un café con sus amigos de toda la vida y hablar acerca de la situación del país. Algunos aseguran que ese es su trabajo, “ir todos los días y hablar hasta tarde”; la mayoría antes de la hora del almuerzo y otros tantos después del almuerzo. Aunque también se pueden ver algunos universitarios, ya que la sede central de la Universidad Santo Tomás queda situada cerca a la Plaza Bolívar. Asimismo, pude observar que la mayoría de los puestos pequeños que rodean la plaza, corresponden a la venta informal de helados, chance, minutos, dulces, baratijas, etc. 

Precisamente, un aspecto curioso que pude analizar en el lugar, es la presencia de vendedores ambulantes, quienes muchas veces pasan desapercibidos por los turistas o por los mismos ciudadanos. Así que decidí entrevistar a algunos transeúntes y logré conversar con dos mujeres, vendedoras de helados y maíz, una mujer vendedora de minutos, recargas y dulces y un hombre vendedor de chance y lotería. Estas personas hicieron énfasis en que los compradores de estos productos se vuelven clientes y prefieren ir a la Plaza de Bolívar a comprarles, porque tienen confianza en ellos y les agradan los precios, además de ser conscientes del apoyo que esto representa.

Sin embargo, me explican que últimamente, desde el último gobierno, las ventas han disminuido de “una manera preocupante”, gracias al incremento de los precios en los artículos, afectando los ingresos de estos trabajadores informales. No obstante, eso no les impide levantarse día a día para ir a trabajar, desde que sale el sol, a las seis de la mañana, hasta que llegan las siete de la noche; ellos siguen ahí sin importar los días de malas ventas, el cansancio o el cambio repentino de clima que deban pasar en su jornada laboral. Y es que se trata del único sustento que tienen para poder mantener a sus familias y comprar sus productos.

 

 

 

Plaza de Bolívar de Tunja: más que un punto de encuentro, una lucha por la seguridad

 

Por Nataly Vargas

En el corazón de la histórica ciudad de Tunja, se encuentra la emblemática Plaza de Bolívar, epicentro de encuentros, cultura y turismo. Este lugar es rico en gastronomía, arquitectura, costumbres y tradiciones que reflejan la riqueza cultural de la región. Se ha convertido en un punto neurálgico de tránsito cotidiano para muchos, ya sea por razones laborales, educativas o como destino de visita. 

Sin embargo, lamentablemente, la zona enfrenta una preocupante problemática de seguridad, donde la paz y tranquilidad de transitar por sus calles no es una opción; lo que ha llevado a que los ciudadanos opten por evitarla o atravesar por ella con temor. Particularmente por las noches, alrededor de las 7 pm, la situación se torna difícil de manejar debido a la presencia de individuos intimidantes, como pandilleros y personas en situación de calle. Esta situación afecta la sensación de pertenencia y la tranquilidad de los residentes; al mismo tiempo que perjudica la percepción de los visitantes sobre la ciudad. 

Entrevistas realizadas revelan un sentir común entre los ciudadanos: "la necesidad de una mayor presencia policial tanto diurna como nocturna en la plaza". La presencia de agentes de seguridad podría disuadir a los delincuentes y promover un entorno más seguro y apacible para los transeúntes. También, es crucial resaltar que mujeres, como la joven Juliana Pérez comerciante de la zona, se siente especialmente vulnerable ante esta situación, lo que demanda una atención especial hacia su protección y bienestar. Asimismo, es importante reconocer que esta problemática es relevante, dado que la Plaza de Bolívar es considerada un punto decisivo de la ciudad; no aprovechar este espacio de manera segura limita el desarrollo y la proyección turística. 

Este escrito es un llamado a la acción urgente por parte de la Alcaldía municipal, para implementar estrategias efectivas que aborden la inseguridad en este representativo lugar. Se requiere una acción concertada entre la autoridad, la comunidad y las instituciones pertinentes para garantizar la tranquilidad ciudadana y permitir que el turismo prospere en esta zona distintiva de la ciudad.

 

 

 

Modalidad de robo camuflada en trabajo honesto

 

Por Yenny Alexandra Rojas C. 

 

En el departamento de Boyacá, más específicamente en su corazón, se encuentra ubicada su capital histórica y reconocida por su particular frío:Tunja. Distinguida por su gente amable, en donde todos se saludan a pesar de no conocerse, inundada de personas humildes y trabajadoras; también fuente de sueños para jóvenes que comienzan su vida. Ciudad que se ha visto amenazada por la delincuencia, más específicamente en el punto de actividad comercial y cultural en el centro de Tunja: La Plaza de Bolívar. 

 

En todas las ciudades de Colombia existe delincuencia, consumo de drogas y distribución de las mismas, así como extorsiones y otros actos delictivos. La juventud colombiana se encuentra cada vez más incluida en estas prácticas, debido mayormente a situaciones externas a ellos; una gran parte debido al desempleo de sus familias y la pobreza absoluta. A pesar de que Tunja ha sido calificada como la tercera ciudad más segura del país y, así mismo, se sitúa como la segunda con la menor tasa de desocupación juvenil, según los datos otorgados hasta el año 2023 por el ex alcalde Alejandro Fúneme, son ellos los protagonistas de las actuales modalidades de robo que se están presentando en este lugar. 

 

Dentro de la variedad de actividades realizadas al respecto, hay una que causa mucha curiosidad: Grupos organizados ofrecen a los ciudadanos su servicio limpiando todo tipo de calzado, pero al momento de cobrar suben su precio pidiendo una cantidad exagerada de dinero. Cuando las víctimas se niegan a pagar esta injusta suma, operan con rapidez, reuniéndose más miembros, persuadiéndolos hasta pagar, aprovechando la vulnerabilidad y el miedo. Se trata de un dinamismo que se intensifica durante las horas nocturnas, acabando con la tranquilidad de la comunidad que transita concurrentemente por este sector. 

Hablar de Tunja es hablar de historia y del orgullo por ser una ciudad estudiantil por excelencia, como también, ser centro cultural abierto a todas las expresiones artísticas y ser, en fin, una ciudad cordial y fraternal. Lastimosamente todas estas cualidades se opacan con actos que transmiten una imagen negativa, a la que es urgente encontrar una pronta solución. Se requiere además de la participación activa de la comunidad y de respuestas y reacciones por parte de las autoridades, garantizando la aplicación efectiva de la justicia para proteger el bienestar y la tranquilidad de los habitantes de la bella y noble capital de Boyacá.

 

 

 

Entre el silencio y la inseguridad

 

Por Laura Camila Bastidas Fajardo

Entre las pintorescas calles empedradas de Tunja, Boyacá, específicamente en la Plaza de Bolívar, uno de los lugares más emblemáticos de esta ciudad, nos permitimos entrevistar y recorrer cada esquina. Un lugar lleno de gente de todas las edades y de todas las culturas, pues el turismo y la presencia de extranjeros en este concurrido lugar son muy frecuentes.

Mientras el bullicio diurno llena las plazas y avenidas, de noche, un manto de inseguridad se extiende sobre la ciudad, pero este problema parece ser un secreto a voces, apenas susurrado en conversaciones privadas. Para mi buena suerte, pude conocer opiniones de algunas personas, problemáticas e incluso quejas al respecto de la seguridad inexistente en las que prevalece este municipio.

Las cifras de delitos en Tunja, aunque no alarmantes en comparación con otras ciudades colombianas, muestran una realidad inquietante. Robos, hurtos y casos de violencia son parte de la sombra que oscurece la tranquilidad de sus habitantes. Sin embargo, la duda a hablar abiertamente sobre la situación de seguridad es palpable.

La denuncia de actividades delictivas es un deber cívico que contribuye a la protección de todos los ciudadanos y al fortalecimiento del Estado de Derecho. Comprender que la complicidad por omisión sólo perpetúa el problema y debilita el tejido social. Además, el silencio fomenta la impunidad y el crecimiento del crimen organizado, que utiliza la ciudad como base para sus operaciones.

Al caminar por las calles, se percibe un aire de desconfianza y cautela entre la gente. Muchos evitan mencionar el tema, como si el silencio pudiera protegerlos de la realidad que enfrentan cada día. ¿Qué motiva este silencio? ¿Es temor a represalias, resignación o simplemente una forma de sobrellevar la carga de la inseguridad?

 

 

Alas de debate. Palomas en la Plaza de Bolívar de Tunja: encanto versus realidad

 

Por Sebastian Ramos

La presencia de palomas en la Plaza de Bolívar de Tunja ha sido motivo de debate entre los ciudadanos. Por un lado, muchos consideran que estas aves aportan un ambiente pintoresco y animado, atrayendo a turistas y visitantes, que disfrutan de alimentarlas y observarlas volar. Además, se les percibe como parte del patrimonio cultural y natural de la ciudad.

Sin embargo, esta aparente armonía se ve empañada por una problemática latente: la sobrepoblación de palomas. Este fenómeno puede acarrear consecuencias negativas, tanto para la salud pública como para la infraestructura y el comercio local. La acumulación de excrementos de las palomas puede convertirse en un foco de enfermedades, poniendo en riesgo la salud de los transeúntes. Además, los daños a la infraestructura y monumentos de la plaza pueden generar costos económicos significativos para su reparación. Por otro lado, los conflictos entre comerciantes y transeúntes por la presencia de las palomas pueden afectar negativamente el ambiente de la plaza.

Es cierto que las palomas aportan un encanto especial a la plaza, pero es necesario abordar la sobrepoblación de manera efectiva. Se requiere una gestión adecuada que combine medidas de control de población con acciones educativas dirigidas a los ciudadanos sobre los riesgos asociados con la presencia masiva de estas aves. Asimismo, es fundamental implementar políticas de limpieza y mantenimiento para garantizar la salubridad y el buen estado de la plaza.

En conclusión, si bien las palomas pueden ser consideradas como un símbolo de la plaza, su sobrepoblación representa un desafío que debe ser abordado con responsabilidad y diligencia. Es necesario encontrar un equilibrio entre preservar su encanto y garantizar el bienestar y la seguridad de quienes la visitan.

 

 

Las Palomas de la Plaza de Bolívar

 

Por José José Gómez Amaya

Durante la investigación de la propagación de las palomas, nos damos cuenta de los contrastes que existen en la población con respecto a estas aves.

Se encuentran muchos tabúes y mitos respecto a ellas y a su protección, pues "su desaparición trae las desgracias, como en Venezuela", dice una vendedora ambulante de la zona. Son consideradas patrimonio cultural de la ciudad, la atracción y felicidad para todo aquel que se encuentre en la Plaza de Bolívar.

Es una especie que, a menudo, ha sido despreciada por una parte de la población tunjana, debido a la suciedad que produce. Sin embargo, estas aves cuentan con un gran apoyo de un sector que las protege, así como las miles de tutelas que las han defendido, ya que, como afirman algunos transeúntes, son la vida de la plaza y uno  de los atractivos para los turistas que visitan el centro histórico de la capital boyacense. Durante generaciones, las palomas han sido insignia del lugar.  

Con base en esto, se puede evidenciar que la ciudadanía defiende las palomas como parte de su cultura, generando, más allá de opiniones, una fuente de ingreso económico a las familias cuyo sustento es la venta de alimento para estas aves, con el fin de atraerlas y realizar hermosas postales de la Plaza de Bolívar.

 

 

 

Migración en el centro de Tunja 

Por Daniel Felipe González 

La migración venezolana ha dejado una huella palpable en el centro de Tunja, una ciudad colombiana que ha visto un impacto en la población proveniente de Venezuela en los últimos años. Este fenómeno ha afectado la dinámica social, económica y cultural.

El flujo constante de inmigrantes venezolanos ha generado cambios en el mercado laboral y comercial en el centro de la ciudad. Muchos de ellos trabajan como vendedores ambulantes, intentando ganarse la vida “dignamente”. Gracias a estos fenómenos sociales, se ha enriquecido la diversidad cultural en el centro de la ciudad, pues los migrantes traen consigo sus tradiciones, costumbres, y gastronomía, contribuyendo a la riqueza multicultural de la ciudad; sin embargo, enfrentan desafíos en su integración social, creados por los estereotipos infringidos por algunos venezolanos que se “ganan” la vida robando o matando.

El aumento de esta población ha ejercido presión sobre la infraestructura urbana de la ciudad. Se han reportado problemas higiénicos en algunos barrios, así como dificultades en el acceso a servicios básicos como la salud y la educación. Las autoridades locales están trabajando para suplir estas necesidades, pero se enfrentan a limitaciones presupuestarias y logísticas.

El popular Café El Balcón, en el centro de Tunja, fue por una tarde nuestro punto de encuentro y reflexión.

​​​​El popular Café El Balcón, en el centro de Tunja fue, por una tarde, nuestro punto de encuentro y reflexión.

 

 

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